Esperar una o dos horas después de comer para meterse de nuevo en la piscina ha sido una de las peores cosas a las que los niños de toda España se han tenido que enfrentar durante generaciones. Pero ¿y si nuestras madres y abuelas estaban equivocadas? ¿Y si en realidad todo es una leyenda urbana y no hay ningún tipo de problema? A continuación, te contamos lo que dice la ciencia sobre ello.
En otro tiempo, posiblemente no nos habríamos planteado si nuestros padres estaban equivocados. Pero hoy día, con la facilidad que aporta Internet y el que tenemos a estudios científicos, no hay nada que nos lo impida. Y lo cierto es que queríamos saber, ahora que la piscina nos llama cada fin de semana, si teníamos que seguir esperando a que terminase la digestión o no.
Todo viene de la década de los 60
Como te puedes imaginar, la vida, las creencias y el conocimiento científico que tenían las personas en la década de los años 60 era muy distinto al actual. La sociedad, en aquel entonces, era muy inocente. En aquellos tiempos, la Cruz Roja Americana publicó un informe en el cual hacía referencia a cómo era importante no dejar a los niños bañarse después de haber comido. Se cree que esta fue la primera vez en la que el tema se llegó a mencionar. A partir de ahí, los medios del mundo entero replicaron la información y se comenzó a extender.
Por lo tanto, y aunque la última palabra siempre la tienen los padres, parece que deberíamos comenzar a abandonar esta práctica que tantos lloros ha causado entre los niños. Sí se advierte de posibles dolores o de nauseas, algo que dependerá de qué se haya comido, en qué volumen y cuándo. Pero no hay muestras que apunten a que exista riesgo de ahogarse por sufrir un calambre estomacal. En cualquier caso, siempre hay que instruir a los niños para que pidan ayuda si llegan a sentirse mal dentro del agua y que, sobre todo, salgan de la piscina lo antes posible.